viernes, 9 de diciembre de 2011

Espina

Soy la espina de la rosa que has tomado entre tus manos,
la que hiere, la que punza tus yemas y exhibe tu sangre sin el menor recato.

Soy la gota de veneno en el dulce vino que tus labios han probado,
la ponzoña que en tu boca deja amargura, la que te mata de a poco mientras sueños provoca.

Soy también la mentira que entre inocentes palabras se esconde,
tú me conoces y aún así, pretendes que no existo.

Si supieras que estoy ahí, ¿aún seguirías este impuro corazón?
Si supieras que no soy más que dolor, ¿aún te arriesgarías a tomar esa mano?
Al saber de mí, ¿aún besarás esos labios?

Porque al quitar la máscara, cuando la dulzura se agote, aún estaré ahí,
y no quiero escuchar ningún desolado lamento cuando suceda.


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