¿Amor?
Nunca en mi vida había oído palabras más absurdas que las tuyas.
¿Cuántos oídos antes que los míos escucharon antes semejantes palabras?,
¿Cuántas lágrimas se derramaron cuando te desmentiste en el final?
Tu silencio me responde con encantadora obviedad.
No soy un objeto, ni un capricho que cuando te aburra debas de abandonar.
¿Crees que aún soy una niña en espera de su príncipe?
Dejé de creer en amor cuando tus falsas promesas rozaron mis pensamientos.
¿Acaso imaginaste que aún soy tan inocente?
Pues te equivocas.
Yo no seré quién caíga a tus brazos con tus traidores juramentos.
Sé que así lo esperabas, pero nunca imaginaste que yo no soy como las demás.
¿A quién engañas con tus alardes de grandeza?
Supones que fanfarroneando ganarás algo de mí, pero pierdes el tiempo con galanterías que a mí no me interesan.
Ya sé, no soy quien te ilusionó, pero tampoco estar a tu lado representa mi utopía.
Anhelo estar al lado, de quien mi alma gobierne.
De aquella sombra cuya sonrisa mi corazón ya advierte.
Sueño con aquel ángel que me tiende la mano, suave y tiernamente.
Tú no eres aquella sombra, aquel ángel de esperanza.
Sólo eres alguien que ha llegado a romper mis fantasías con augurios de prosperidad inalcanzables.
¿Aún no entiendes?
Lo que prometes son sólo irrealidades.
Vanalidades en las que cualquier niña tonta cae.
Pero yo no soy así.
Soy un alma libre, gobernada por mi propia realidad.
Y si no creo en el amor, es porque lo vivo en mis fantasías.
Y si no creo en ti es porque ya conozco tu travesía.
Así que...
¿Amor?
¡Ja!
En éso no creo...
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