miércoles, 29 de diciembre de 2010

Sin palabras

Simplemente ya no digo nada. Sólo veo esa foto y me pregunto cuáles fueron los pensamientos que atravesaron tu mente en aquel instante. Ya no hay vuelta atrás, lo sabes, ¿no es cierto?

Sencillamente me pregunto, ¿alguna vez tu corazón tuvo algún arrepentimiento? ¿A dónde ha ido el brillante futuro que tenías por delante?

Me hablabas de planes y posibilidades, y ¿sabes qué? ¡Me las creí! ¡Sí!, y ahora no veo a dónde ha ido todo ello.

Como la piedra en el desierto, las palabras se erosionaron. Has deshecho tu futuro, tu camino se ha ido por otro rumbo y ahora... Yo no soy quién para reprocharte nada.

Pero me entristece, porque mañana, con tristeza, tú serás quién diga: "Debí haber cumplido mi palabra".



jueves, 16 de diciembre de 2010

Locura de amor

¿Por qué no me miran tus inocentes ojos?
Te los arrancaré para que sólo se dirijan a mí.
¿Por qué no me tocan tus gráciles dedos?
Te cortaré las manos para que yo sólo pueda tenerlos.
¿Por qué no me cantas con tu graciosa voz y clamas mi nombre con desesperación?
¡Ya sé! Te cortaré la lengua para que no puedas llamar a nadie más.
Mucho desearía que hacia mis brazos corrieras.
Tal vez sin piernas de mí jamás te apartarás.
Y ya que te adoro con tal desenfreno, ¿por qué no me entregas tu corazón?
Aún latiendo y ensangrentado, seguro que es un buen regalo para quien te ama con tal locura y sinrazón.

Presa en una noche sin estrellas

En esta noche sin luna quiero escuchar el crujir de tus huesos y saborear la sangre chorreante de tu vencido cuerpo.

Mirar tus ojos sin brillo oscurecerse en la neblina espesa y observar tu piel poco a poco pudrirse entre la tierra.

¿Qué más puede pedir tu alma insincera? Es una muerte bella la que te ofrezco, bajo este manto sin ninguna estrella.

Puedes suplicar, puedes llorar, mas la rabiosa mirada que te acecha jamás se detendrá.

Hazme caso, desdichado amante, deja que los gritos y gemidos se conviertan en placer, pues a lo que esta noche he venido no se podrá deshacer.

Sufre como jamás has sufrido, pues no hay perdón para tu ser. ¡Ruega, implora, gime...! Que tus huesos ya son de papel.

Mas...
Un alivio tienes, en medio de tanto dolor: finalmente me has hecho feliz, tal como una presa a su cazador.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Eterna tristeza, ilimitado deseo

En busca de la inmensidad me he encontrado con el profundo vacío de mi alma.
Un hondo abismo donde las verdades absolutas son completas falsedades, las fantasías son realidades y las almas valientes son sólo débiles luces encendidas en la perpetuidad.
Oscuridad perenne, sueños despedazados, ilusiones transitorias y esperanzas marchitas son mi refugio en medio de la obstinación.

Ocultando la inocua tristeza con embustera sonrisa y enfrentando al mundo dejando de lado la franqueza; ¿quién soy?, ¿qué hago aquí? Son respuestas que creía conocer o que tal vez nunca poseí.
La vida es un sueño del que quisiera poder despertar, pero ahora me adentro poco a poco en la pesadilla sin ánimos de ver de nuevo el amanecer.
Quién pudiera atravesar las sombras y desaparecer los inminentes tormentos desearía ser yo.

Las alas de un ángel caído rodean mi apesadumbrado cuerpo como si fueran mías, pero no me pueden ayudar a volar.
Cierro mis ojos y me acerco un poco al cielo observando la oscura figura del demonio sonriente, que por alguna razón me ha hecho feliz.
Encantadores pensamientos claman mi nombre a lo lejos y no puedo seguirlos. ¿Dónde estás mi caballero de negra armadura? Déjame ser tu princesa y sálvame de la oscuridad. Sé mi príncipe y cabalguemos juntos este sendero nocturno sobre el corcel de media noche.

Abro mis ojos y regreso a la tormenta.
Suerte y milagros son sólo anhelos de las personas y desprenderme de ellos es lo que quiero.
La eterna tristeza me atormenta en tanto los ilimitados sueños se destruyen uno a uno.
Ángel desfallecido, te devuelvo tus alas, ya que soy muy débil para usarlas.
Soy tan sólo una muñeca de porcelana que quisiera llorar, pero no puedo, pues la sonrisa en mi rostro fue dibujada con tinta indeleble para que jamás muestre mi sufrimiento.
Alguna vez supe quién era yo, pero ahora me escondo tras la alegre máscara de la feliz fasceta, dado que mi motivo en la tierra es alegrar a los demás, aunque signifique permanecer en el ensombrecido manto de la soledad.

Quimera encantada, ven y seca mis lágrimas.
Demonio de mis más dulces pensamientos, ven y besa mis frágiles labios para que esta esbozada sonrisa por una vez pueda ser sincera.
Ángel negro de labios carmesí, ven y entrégame el mortífero veneno de tu alma para llenar el vacío de la mía.
Sombra impura y orgullosa, ven, ven por mí y elévame a la inmensidad, sonriéndo, riéndo para mí.


31/08/2007

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