viernes, 3 de diciembre de 2010

Eterna tristeza, ilimitado deseo

En busca de la inmensidad me he encontrado con el profundo vacío de mi alma.
Un hondo abismo donde las verdades absolutas son completas falsedades, las fantasías son realidades y las almas valientes son sólo débiles luces encendidas en la perpetuidad.
Oscuridad perenne, sueños despedazados, ilusiones transitorias y esperanzas marchitas son mi refugio en medio de la obstinación.

Ocultando la inocua tristeza con embustera sonrisa y enfrentando al mundo dejando de lado la franqueza; ¿quién soy?, ¿qué hago aquí? Son respuestas que creía conocer o que tal vez nunca poseí.
La vida es un sueño del que quisiera poder despertar, pero ahora me adentro poco a poco en la pesadilla sin ánimos de ver de nuevo el amanecer.
Quién pudiera atravesar las sombras y desaparecer los inminentes tormentos desearía ser yo.

Las alas de un ángel caído rodean mi apesadumbrado cuerpo como si fueran mías, pero no me pueden ayudar a volar.
Cierro mis ojos y me acerco un poco al cielo observando la oscura figura del demonio sonriente, que por alguna razón me ha hecho feliz.
Encantadores pensamientos claman mi nombre a lo lejos y no puedo seguirlos. ¿Dónde estás mi caballero de negra armadura? Déjame ser tu princesa y sálvame de la oscuridad. Sé mi príncipe y cabalguemos juntos este sendero nocturno sobre el corcel de media noche.

Abro mis ojos y regreso a la tormenta.
Suerte y milagros son sólo anhelos de las personas y desprenderme de ellos es lo que quiero.
La eterna tristeza me atormenta en tanto los ilimitados sueños se destruyen uno a uno.
Ángel desfallecido, te devuelvo tus alas, ya que soy muy débil para usarlas.
Soy tan sólo una muñeca de porcelana que quisiera llorar, pero no puedo, pues la sonrisa en mi rostro fue dibujada con tinta indeleble para que jamás muestre mi sufrimiento.
Alguna vez supe quién era yo, pero ahora me escondo tras la alegre máscara de la feliz fasceta, dado que mi motivo en la tierra es alegrar a los demás, aunque signifique permanecer en el ensombrecido manto de la soledad.

Quimera encantada, ven y seca mis lágrimas.
Demonio de mis más dulces pensamientos, ven y besa mis frágiles labios para que esta esbozada sonrisa por una vez pueda ser sincera.
Ángel negro de labios carmesí, ven y entrégame el mortífero veneno de tu alma para llenar el vacío de la mía.
Sombra impura y orgullosa, ven, ven por mí y elévame a la inmensidad, sonriéndo, riéndo para mí.


31/08/2007

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