Mi último aviso
Blanco velo que me envuelve, negro mi corazón.
Una cálida sonrisa tú miras, mas podrida el alma que te contempla con cinismo y se desmorona en mórbido placer: devorando tu ilusión, arrancando de un tajo tus anhelos. Esa soy yo.
Con palabras dulces y tiernos gestos crees llenar el vacío, pero el inevitable fracaso te aguarda, pues ánima perdida soy, tu desgracia, tu maldición.
Nada de ti hay que pueda yo querer, así que por lástima te doy mi último aviso: ¡Ay de ti, si insistes con malgastar tu valioso tiempo! Que en el eterno suspenso te dejaré agonizando, robándote los restos de vida que te quedan.
Que quede claro: ya estoy colmada de insistencias, de palabras descuidadas y adoraciones que no me causan ni cosquillas. Regresa por donde viniste y no me provoques más pena, que sólo ennegreces mis podridas perspectivas.
Lo único que alimentas es mi ego, mi maldad, que con cada: "No, gracias", levantas en el altar.
¡Anda! Haz que lo diga de nuevo. Ponte una vez más a mis pies, para que pisoteé tus últimas ilusiones.
Si aún no te has rendido, entonces deja que yo, la bruja, se siga aprovechando de ti sin compasión alguna. Ven y vuelve a besarme los pies como siempre lo haces, que la advertencia te he hecho y sólo espero a que salgas huyendo, igual que el resto. Que dejes de importunarme, será mi auténtica dicha.
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