A veces sólo pienso en tenerte en mis brazos. Pasar contigo los días y olvidarme de todo, mas luego recuerdo la afrenta cometida y el dolor me invade inevitablemente.
Jamás podré perdonar tu error, pues aunque tonto, no conoces el dolor y el sufrimiento que me causó.
Nunca podrás entender mi sentir y, cuando al fin me busques, has de saber, ya no estaré disponible para ti.
Siempre lo estuve. Iba a ti al menor indicio de que me necesitaras. Qué tonta fui.
Ahora me necesitas y ya no estoy más contigo.
Ya nunca volverás a ser más mi castigo, pues a partir de este momento sólo serás un recuerdo en el muro de la experiencia.
Y todo, todo por ese error ingrato que pudiste haber evitado.
Porque yo aspiro a demasiado y tú a demasiado poco.
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