viernes, 23 de agosto de 2013

Tres otoños

Un día sin ti es como tres otoños.
El viento sopla frío, llevándose consigo la vida y la jovialidad de mis sueños
y mientras las hojas marchitas caen debo confesar la aflicción entre pensamientos.

Duermo, imaginando que así el tiempo será más corto,
pero las noches crecen y las estrellas se apagan.

No hay soledad más amarga, ni serenidad más incómoda que la infinita
y agonizante espera que se vuelve más y más angustiosa.

El tormento callado en un suspiro amargo se convierte,
con la vacía esperanza de alcanzar tu razón.

A la misma hora, en el mismo lugar de siempre,
aquí estoy con el firmamento como testigo de que aún no he perdido la fé
cuando las cristalinas lágrimas en mis ojos se detienen.

Pero cuánto más lo pienso...
Más próximo de este otoño
se encuentra el frío y desolado invierno
que la cálida y serena primavera.



sábado, 10 de noviembre de 2012

III




Adormecida en tu regazo, una y otra vez me pregunto:
"¿Qué sería de mí si no estuvieras aquí?"
Quisiera que no te fueras,
que conmigo siempre permanecieras.

¡Oh, querido mío!, mi príncipe encantado
No te pido mucho, sólo quédate a mi lado.

Los días pasan sin poder detenerlos
Aquellos momentos tan lejanos quisiera poder revivir
O, mejor, estos minutos sostenerlos,
Para siempre juntos existir.

¿Cuándo fue la última vez que tomaste mi mano?
Siento que fue hace tanto...

Dime, ángel mío, ¿En qué piensas ahora?

Es extraño no escucharte decir nada.
Quisiera pudieras leer mis pensamientos
Tal vez así comprendas mis sentimientos

"¿Qué será de mí cuando te marches?"
Es lo que me cuestiono.
"Por favor, no me dejes"
Continúo meditando.

A veces te siento tan lejano...
Quizá ya te has ido y yo no me percatado.



viernes, 30 de diciembre de 2011

Esas noches

 
 En esas frias noches en que la calma gobierna, en que las palabras se vuelven susurros y los pensamientos suspiros...
 
En esas noches oscuras  en que yo he dejado de ser la misma y en las que miro tu callada sonrisa dentro de mis hondos pensamientos...
 
En esas solitarias noches de desvelo, cuando el vino rebasa la copa y mis dedos bailan al borde de ella...
 
Es en esas noches es cuando vienen a mí tus palabras covertidas en poesía. Tu risa se convierte en el trino de las aves más encantadoras y te siento ródeandome para darme calor.
 
Casi siento y escucho el palpitar de tu corazón y tu sola imágen desvanece la oscuridad.
 
Casi, sólo casi puedo tenerte a mi lado, mi dulce príncipe encantado y apenas puedo respirar por tu ausencia.
 
¿Cuánto debo esperar? Ha sido poco, pero  ya percibo eternidades.
 
Lentamente, hago lamentaciones transformadas en súplicas, sólo con la intención de ver tu rostro en mi espejo reflejado, sólo con la esperanza de robar el néctar de tus labios.
 
En esas noches cuando tú no estás, es cuando veo tu sombra proyectada tenuemente en la pared frente a mí, mientras la danzante llama de la vela se extingue poco a poco.
 
Y no sé aún por qué te espero o por qué siguen rodando las gotas sobre mis mejillas.
 
Y todavía no entiendo por qué sólo en esas noches, cuando la luz de la luna ya no brilla es cuando tu recuerdo llega a a mis pensamientos.
 
Ahora mismo me pregunto, si en noches como esta tú también te acuerdas de mí, mientras vacías de a poco la copa en tu mano y cantas aquellas melodías que en esas noches de vigilia solíamos tararear tú y yo.
 
Sé que es imposible, pero quisiera saber si escuchas mis ruegos, ya que a veces pienso poder escuchar los tuyos.
 
27/10/2007

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Entre Cielo e Infierno



Algún día miraré en tu sonrisa marchita al fantasma de la esperanza
Y tú buscarás en mí, la pureza y el éxtasis que tu mundo no alcanza a soñar.

Entonces, soñaré con los ángeles y tú no serás uno de ellos:
Vendrás, jinete presuroso con tu caballo de fuego desde el fondo de la tierra a devorarlos.
Las rosas se marchitarán.
La luna se apagará.
No habrá más viento, ni cantos de alegría...

Podrás ver mis sentimientos...
Llorarás por mí lágrimas de acero
Y las palabras más enternecedoras nacerán de tus labios carmesí.

Negro heraldo del abismo, ¿aún no puedes ver al fondo de mi alma?

Quisiera escuchar tus palabras, aquellas que nunca te has atrevido a decir.
Aquellas que tus ojos reflejan sin que sepas.
Esas palabras que al mirar al firmamento compones, pero al  tratar de explicar ignoras.

Dime al oído que me quieres
Tú no lo notas, pero escucho tus murmullos.

Caballero andante, príncipe oscuro, ¿no ves que soy el ángel que tu pecado purificará?

Escucha con cuidado la canción celestial
Que el firmamento se ha despejado y las aves han vuelto.

No temas, demonio mío ya aquí estoy para sanar tus heridas
Aún creo en el destino, aún anhelo la esperanza, ¿tú también?
Sí, lo veo en tus ojos.
Ése es el brillo de los que en ella creen.

Dejemos a un lado la triste máscara de la agonía
Y demostremos que aún los soldados del maligno pueden tener sueños propios
Que aún los oscuros pueden brillar
Muéstrales, contágialos de la dulzura que en tu alma florece.

Entrégame el néctar de tu dulce boca
Sonrié para alcanzar las estrellas
Y llévame hasta la eternidad.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Espina

Soy la espina de la rosa que has tomado entre tus manos,
la que hiere, la que punza tus yemas y exhibe tu sangre sin el menor recato.

Soy la gota de veneno en el dulce vino que tus labios han probado,
la ponzoña que en tu boca deja amargura, la que te mata de a poco mientras sueños provoca.

Soy también la mentira que entre inocentes palabras se esconde,
tú me conoces y aún así, pretendes que no existo.

Si supieras que estoy ahí, ¿aún seguirías este impuro corazón?
Si supieras que no soy más que dolor, ¿aún te arriesgarías a tomar esa mano?
Al saber de mí, ¿aún besarás esos labios?

Porque al quitar la máscara, cuando la dulzura se agote, aún estaré ahí,
y no quiero escuchar ningún desolado lamento cuando suceda.


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